Durante siglos, los gatos —especialmente los negros— han sido símbolo de misterio, elegancia... y lamentablemente, también de superstición. Aunque hoy en día los adoramos como reyes del internet y compañeros fieles, hubo una época en que estos pequeños felinos fueron injustamente perseguidos y asesinados. ¿La razón? Se pensaba que eran brujas disfrazadas o sus cómplices.
El origen del mito
La mala fama de los gatos, sobre todo los negros, se remonta a la Edad Media en Europa. En esa época, la Iglesia Católica tenía una fuerte influencia, y cualquier desviación de sus creencias era vista como obra del demonio. Los gatos, con sus ojos brillantes, su comportamiento nocturno y su aparente indiferencia hacia los humanos, eran considerados criaturas sospechosas.
Se creía que las brujas —mujeres acusadas de practicar magia negra— podían transformarse en gatos para evitar ser descubiertas. También se decía que usaban gatos como "familiares", es decir, espíritus demoníacos que les ayudaban a realizar hechizos.
La persecución felina
Durante los siglos XIII al XVII, mientras las cacerías de brujas arrasaban Europa, muchos gatos fueron quemados, ahogados o asesinados junto a las mujeres acusadas de brujería. En Inglaterra, por ejemplo, existía la costumbre de encerrar gatos en bolsas y quemarlos en hogueras durante ciertas celebraciones, como una forma de “alejar al diablo”.
El papa Gregorio IX incluso emitió una bula papal en 1233 (Vox in Rama) que reforzaba la idea de que los gatos eran aliados del mal, contribuyendo a que el miedo hacia ellos se propagara aún más.
Ironías históricas
Curiosamente, esta persecución masiva de gatos pudo haber contribuido indirectamente a la expansión de la peste negra. Con menos gatos alrededor para controlar a las ratas (que eran portadoras de las pulgas infectadas), la propagación de la enfermedad fue aún más rápida y letal.
El regreso de los michis
Por suerte, con el tiempo estas creencias fueron perdiendo fuerza. En muchas culturas, los gatos fueron recuperando su estatus como animales mágicos pero benévolos. En Egipto, por ejemplo, siempre fueron venerados. Hoy, aunque todavía persisten algunos mitos, el gato ha recuperado su lugar en nuestros hogares y corazones.
Reflexión final:
La historia de los gatos durante la caza de brujas es un triste recordatorio de cómo el miedo y la ignorancia pueden convertir a criaturas inocentes en víctimas. Hoy, rendimos homenaje a todos esos michis injustamente perseguidos y celebramos a los que ronronean a nuestro lado como símbolos de resistencia y misterio felino.